Expectativas: ¿Impulso o trampa silenciosa?

Todos las tenemos. Algunas nos motivan, nos empujan a crecer, nos invitan a visualizar un futuro mejor. Pero otras, muchas veces las más silenciosas, nos desgastan, nos frustran y nos mantienen atrapados en un ideal que no sabemos de dónde viene, pero sentimos que debemos alcanzar.

Las expectativas pueden ser tan inspiradoras como exigentes. En ocasiones, funcionan como brújula; en otras, como una carga que pesa más de la cuenta. Nos preguntamos:
¿Son realistas? ¿Las hemos elegido realmente o nos vienen impuestas? ¿Nos empujan hacia adelante o nos sabotean desde dentro?

¿Qué alimenta nuestras expectativas?

  • Exposición constante a redes sociales.
  • Poner el criterio de los demás (o lo «socialmente esperable») por delante del propio.
  • Valorarnos en función de estándares sociales irreales y desajustados. 
  • Medir nuestro valor en base a variables externas, cambiantes o no del todo controlables (condición económica, trabajo, estado civil, apariencia física…).  
  • Presión del entorno (opiniones y comentarios de familiares y amigos, estándares sociales…). 
  • Pensamientos de juicio y crítica y comparaciones con otras personas. 

La cara oculta de las expectativas… 

  • “No es oro todo lo que reluce, ni tampoco es real” → No solo en redes sociales, si no en conversaciones, reuniones sociales, eventos… exponemos una cara o versión de nosotros que no tiene por qué coincidir con nuestra satisfacción personal, con nuestras preocupaciones y con nuestra realidad. Mostramos lo que queremos que otros vean, y esto no siempre es coincide con lo que experimentamos. 
  • “Las circunstancias individuales son importantes” → Debemos ubicarnos en el contexto, la situación y las vivencias del otro para poder valorar aquello que hace, siente o piensa. Por esta misma razón, debemos tener en cuenta nuestra propia realidad y la del otro para que la comparación sea más real y justa. 
  • “La expectativa es enemiga de la curiosidad y la sorpresa” → Como ocurre antes de hacer un viaje, leer un libro o ver una película u obra de teatro, el querer hacernos una idea previa sobre lo que viene reduce mucho la posibilidad de sorprendernos. Además genera una imagen (no contrastada) de lo que nos vamos a encontrar, aumentando el riesgo de decepcionarnos después. 

¿Cómo ajustarlas?

  1. «Expectativa Vs. Curiosidad» : El deseo de experimentar y descubrir sin necesidad de hacerte una idea previa, ni esperar nada en particular. Practícalo con los viajes, los planes, al conocer a alguien por primera vez o al empezar en un nuevo puesto de trabajo. Deja espacio para la sorpresa.
  2. «El valor de mirar al contexto»: Si vas a juzgarte a ti o a otro, por lo menos, ten en cuenta los factores el contexto, las circunstancias y las características personales. 
  3. Ojo con los «todo o nada»: Su origen está en pensamientos y creencias negativas, que se activan de manera automática, son muy generales y vienen con tono crítico. Ex: “Todo el mundo está viajando”, “Nadie ha tardado tanto en sacarse el carnet”, “Cualquiera puede hacer esto menos yo”, “Soy la única persona que no es capaz de…”. 
  4. «Cuando son otros los que te miran«: Utiliza el punto de vista de una persona que te aprecia, te conoce y te valora, para reevaluar tu situación y tus logros/retos. Por ejemplo, un amigo, tus padres, un compañero de trabajo… ¿Crees que cumples sus expectativas? 
  5. «Chequea tus sueños y valores«: En la infancia se crean muchas de las expectativas que arrastramos como adultos. Son como “metas” que nos planteamos de pequeños y que, de alguna forma, permanecen conscientemente o no, determinando nuestro éxitos en la vida. Piensa en esas “metas u objetivos” y en cómo de feliz te harían ahora. Ten en cuenta que el camino hacia ellas no tiene que ser de sufrimiento, insatisfacción y machaque. 

Nuevas expectativas «en tu equipo» 

Podemos convertirlas en propósitos realistas, específicos y ajustados a nuestra realidad. Pero para eso deben ser flexibles y deben incluir disfrute, recompensas y amabilidad ante las dificultades. 

Pueden GUIARNOS para conocer nuestros sueños y proyectos: ¿Hacia dónde me gustaría ir? ¿Con qué cosas disfruto? ¿Me gusta lo que hago o querría cambiar algo?

COMPARTIRLAS con otras personas de nuestro entorno nos ayuda a tener otras valoraciones más objetivas sobre si son realistas o no, si son justas o no, si nos ayudan o no. 

Sobre todo es importante CONOCERLAS, FLEXIBILIZARLAS y hacer de ellas unas COMPAÑERAS DE VIAJE justas y amables, que no nos presionan y que facilitan el disfrutar del camino.

La expectativa es enemiga de la sorpresa… y también de la conexión con el presente que es lo único que sí puedes cambiar o disfrutar.

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